El Internet de las cosas no es un tema nuevo, ni se trata de un tema teórico sobre el cual se están comenzando a generar los protocolos sobre los que se edificará todo el desarrollo, sino que es un tema que ya conoce de productos en el mercado. La conexión a Internet, preferentemente a través de WiFi, de los elementos que integran nuestro entorno hogareño es un mercado con enormes posibilidades y al cual Google está dispuesto a entrar.
Y mencionamos a Google, porque hace algunos días, ha decidido comprar por una suma importante, a la firma Nest, que hasta ese momento no era una empresa muy conocida y que ofrecía productos de unas características especiales que apuntaban a un nicho pequeño de mercado (termostatos inteligentes, controladores de dióxido de carbono a un precio del entorno de 250 dólares).
Pero en realidad, la adquisición puntual de esta empresa por parte de Google, no es lo más importante, sino que lo más importante es lo que se visualiza detrás de esta movida y esto es la integración de cada vez más información y dispositivos a la red: el Internet de las cosas.
Si bien las declaraciones de Eric Schmidt, presidente de Google, a el diario The Guardian han apuntado a que el objetivo del gigante de las búsquedas al comprar Nest es lograr que sus dispositivos se vuelvan más inteligentes, sobrevuelan algunas interrogantes en el mundo de los especialistas sobre las intenciones de Google de manejar un nuevo flujo de datos que se reciben de las costumbres, los gustos, los hábitos y todo lo que tiene que ver con la vida privada de los usuarios.
La introducción de dispositivos inteligentes dentro de la vida privada del usuario a través de elementos que hasta ahora son utilizados por nosotros dentro de nuestra casa para funciones específicas (electrodomésticos principalmente, luces, cepillos de dientes, neveras, etc.) producirán cambios muy importantes en nuestra forma de vida y principalmente en lo que tiene que ver con nuestra privacidad.
Y esto es irremediablemente así, por el hecho de que estos nuevos dispositivos inteligentes integrados a la red de Internet se nutren de información que extraen de los movimientos de los usuarios dentro de su casa.
Por el ejemplo, el termostato de Nest, que nunca pensó que iba a tener una publicidad tan grande motivada por la compra de Google, para lograr su objetivo de utilizar la energía con mayor eficiencia y que su control pueda ser realizado a través de un smartphone, succiona información de los movimientos del usuario dentro de su casa para lograr conformar la ecuación más inteligente en la configuración del uso de la energía.
Sin entrar en detalles muy técnicos, el aparato posee un sistema que Nest denomina Auto-Away, con el cual se identifica el momento en que la casa o el apartamento del usuario se queda vacío, utilizando esta información para adaptar los dispositivos térmicos involucrados, como aparatos de aire acondicionado, calefacción o ventiladores para un consumo mínimo. Es decir el termostato “aprende” a conocer cuando la casa queda vacía.
La propia empresa Nest precisa en la propaganda de su producto que en un comienzo el usuario tendrá que pasar más tiempo adaptando temperaturas y modificando ciertos aspectos para aliniearlo a sus gustos, pero en cada movimiento el dispositivo aprenderá de los comportamientos. El tiempo estimado de aprendizaje del Nest es de una año, momento a partir del cual el usuario podrá únicamente beneficiarse de las características de este termostato inteligente.
Es decir, los comportamientos y los gustos de los usuarios quedan grabados y están disponibles en Internet, aunque por supuesto la empresa asegura total privacidad de los mismos y que su utilización será exclusivamente para lograr la eficiencia del consumo energético a través del termostato.
En fin, nuevo año, nuevos integrantes a la red, lámparas de luz, cepillos de dientes, neveras que traerán nuevas posibilidades y porqué no, nuevos problemas (la seguridad es uno de los más importantes). Pero así ha sido siempre que la humanidad da pasos adelante en la tecnología.