Cuando pensamos en estrategias de marketing para nuestro negocio, ya sea online u offline, a menudo pasamos por alto un elemento clave: el diseño. Existen muchos tipo de diseño (gráfico, de producto, diseño web…) y todos ellos tienen algo en común: su objetivo es crear una buena experiencia de usuario. Por eso, en este artículo queremos hablar de la importancia del diseño en el éxito empresarial. En otras palabras, queremos centrarnos en descubrir hasta que punto es cierta la máxima que reza “Un buen diseño es un buen negocio” y ayudarte a descubrir si estás jugando bien tus cartas en lo que a diseño se refiere:
1). Un buen diseño es simple y funciona con su usuario: si tu cliente no entiende tu diseño, es que no es un buen diseño. Así de simple. Da igual si hablamos de un periódico, de un producto o de una página web, si el diseño no es fácilmente entendible por el usuario, es que directamente no funciona y lo mejor que puedes hacer es cambiarlo. La historia está llena de ambiciosos diseños que tuvieron que ser retirados por no empatizar con el cliente. Sin ir más lejos, Coca-Cola lanzó en 2011 una edición especial de latas blancas para Navidad en EEUU. Sin embargo, lejos de tener el éxito que esperaba la compañía (que las había ideado como una edición para coleccionistas), las latas blancas generaron una polémica sin precedentes, agudizada con las quejas de los usuarios en redes sociales. ¿El motivo? El color confundía a los clientes, que pensaban que estaban comprando Coca-Cola Light (característica por su envase blanco-plateado). Los que sí sabían que compraban el producto en su versión original le encontraban un sabor diferente, porque el color de la lata cambiaba la experiencia de usuario.
2). La simplicidad no tiene porque ser sinónimo de sencillez: al contrario, los buenos diseños son aquellos que aportan una solución sencilla a un problema complejo. El diseño minimalista de los productos Apple, por ejemplo, esconde funcionalidades complejas y tecnológicamente avanzadas. Su propio logo es un ejemplo de buscar la simplicidad para mejorar. La célebre manzana mordida reproducía hace sólo unos años un arcoíris de colores. Sin embargo, la marca decidió renovarla, dejándola de color blanco, por considerar que transmitía mejor los valores de la firma (simplicidad, elegancia…). Por eso, un consejo que siempre tiene validez cuando se habla de diseño es: no te compliques en exceso y busca la manera de hacerlo fácil. El ya conocido “Menos es más”
3.) Un buen diseño no tiene porque ser caro: tendemos a pensar que pagando un poco más conseguiremos mejores resultados y eso no siempre es así. Al menos no en lo que a diseño se refiere. Por ejemplo, si estás pensando en hacer flyers u otros elementos publicitarios para tu empresa, no cometas el error de quedarte con la versión más cara sin consultar varias opciones. Internet ha democratizado el diseño y ahora se puede encontrar empresas especializadas en las que conseguir, por ejemplo, flyers baratos (u otros elementos publicitarios) sin salir de casa. Elige un diseño que realmente te guste y que se adapte a las necesidades y a los valores que quieres transmitir con tu marca y no te decantes por el más caro solo por el simple hecho de serlo.
4). El diseñador no tiene que tener su estilo: ésta es quizás la afirmación más polémica de este artículo. Obviamente, cada profesional tiene su forma de trabajar, sus preferencias y un determinado toque que inevitablemente traspasa a sus obras. Sin embargo, lo que queremos decir es que el diseñador no debe crear un producto en base a su propio estilo, sino en base a lo que el cliente quiera transmitir (a las necesidades del cliente y a las especificidades del producto). Sólo entonces el diseño funciona.
5.) No cambies si no estás seguro de mejorar lo que tienes: a veces nos aburrimos de una determinada imagen, sobretodo si llevamos muchos años con la misma identidad corporativa o el mismo logotipo. No obstante, es mejor no cambiar si no estamos convencidos de poder mejorar lo que ya tenemos. Para muestra, un botón: en 2010 la firma de moda norteamericana Gap (el segundo fabricante de ropa del mundo) decidió cambiar su logotipo, que llevaba utilizando durante más de 20 años. Lo hizo sin preaviso y un día, de buenas a primeras, los consumidores se encontraron en la web de Gap la nueva imagen de marca (que poco tenía que ver con la anterior). En pocos minutos, las redes sociales de la compañía se colapsaron de quejas de clientes y las críticas al nuevo logotipo de dejaron de sucederse en Facebook, Twitter y blogs de todo tipo. Diseñadores, publicistas y expertos de marketing se sumaron también a la polémica y dieron su opinión. Finalmente, una semana después del cambio, Gap dio marcha atrás y decidió volver a su logotipo original dejando un mensaje en redes sociales en el que decía que habían escuchado el mensaje de sus consumidores.