Internet ha cambiado la vida de los consumidores a muchos niveles: si bien para las nuevas generaciones no supone una rareza encontrar un amplio catálogo de cultura y entretenimiento a su alcance en la red, lo cierto es que la audiencia más madura se ha acostumbrado rápidamente a la comodidad -y variedad- que supone toda esa oferta de que disponemos a golpe de clic o a vistazo de smartphone.
Este nuevo cambio de panorama ha provocado que los diferentes ámbitos de la cultura hayan tenido que ir amoldándose a las diferentes modas y medios de consumo, siguiendo a marchas forzadas el paso de los consumidores, quienes absorben e integran rápidamente los nuevos modelos en su día a día. Si bien Internet y las nuevas tecnologías han traído consigue innegables novedades y ventajas de las que tanto emisores como receptores disfrutamos, también es cierto que las nuevas mecánicas han puesto en riesgo la supervivencia de determinados servicios y productos.
Hace ya tiempo que las televisiones se encuentran en alerta: primero la piratería y, recientemente, las plataformas de streaming online, se han hecho con buena parte de la audiencia que antes ostentaban. Una crisis que tiempo atrás ya hirió de gravedad a la industria cinematográfica, que tuvo que afrontar grandes pérdidas económicas respecto a la venta de DVDs y, más tarde, de blurays, debido a la descarga ilegal de cine y series. Y si este ámbito de la cultura necesitó ponerse en alerta, los sectores de la literatura y de la música tampoco se quedaron atrás.
En el caso del sector editorial, combatir tanto los niveles bajos de lectura de algunos estratos de la población como el auge de los e-readers, que ha ayudado a la proliferación de la piratería, ha supuesto reinventar nuevas formas de potenciar las campañas de marketing para resaltar el atractivo de las últimas novedades que van saliendo al mercado. Por su parte, Internet también supuso un duro golpe para la industria discográfica, quien vio cómo descendía en gran medida la venta de cedés y se veía obligada a reinventarse para continuar a flote.
Sin embargo, todo tiene su doble filo, y en este caso es imposible obviar todos los aspectos positivos que Internet ha ocasionado en la cultura. Profesionales de muchos ámbitos obtienen, gracias a las redes sociales y a la posibilidad de hacer pública su obra, la visibilidad que de otra manera no conseguirían o que sería mucho más difícil de adquirir. El reverso de esta misma situación en los ámbitos mencionados también existe: tener que idear nuevas formas de hacer accesible el consumo dentro de la legalidad ha llevado consigo la aparición de nuevas plataformas que suponen una oferta variada y amplia para el consumidor.
Estaríamos hablando de webs de streaming que, por asequibles cuotas mensuales, permiten el consumo a la carta de una extensa oferta de cine y series de TV; de plataformas de recomendaciones de libros, que potencian el amor por la lectura y que ponen en conocimiento de los usuarios cientos de nuevos y viejos títulos; y de plataformas musicales de streaming, que funcionan como radios online a la carta donde poder escuchar en cada momento su música favorita.
Saber cómo utilizar Internet y las nuevas tecnologías tanto en favor de los autores como de los consumidores permite, pues, posibilidades infinitas a la hora de disfrutar de la cultura de una manera respetuosa con los creadores.