Blancos, con corazoncitos rojos, de media pierna y de felpa. Hala, ya está. Ya puede dedicarse el señor Google, Mata Hari o Anacleto Agente Secreto a espiar a otro. Ya saben el color, modelo, forma y material de mis calzoncillos. La talla, por lo inusual, me la callo.
Ya que a los de Mountain View les sale así de barato, que al menos, cuando su robot se dé el paseo de rigor y se tope con este escrito, se rían gratis. Porque, realmente, reírse de los sistemas de seguridad de los navegadores y del derecho a la intimidad de sus usuarios les ha costado más bien poco.
La multa que le ha caído al gigante (y abusón) de internet ha sido de un total de 39,5 millones de dólares (del orden de 29,2 millones de euros). Puede parecer una cifra importante, pero ahora veremos si lo es. Por lo pronto, pensemos que la empresa gana unos 47.000 millones de dólares al año. La multa, a la escala de un mileurista, viene a ser de un euro. Con un céntimo, si contamos las pagas extra.
Irse de Safari sale muy baratito
Y esa descomunal sanción, ¿a qué se debe? Pues vamos a desglosarla y a reírnos un ratito, que hoy no me he dedicado a buscar fotos de “fails”. Resulta que hace como un año Google fue condenada en Estados Unidos por usar cookies con el fin de espiar a los usuarios de Apple que usaban Safari. La Comisión Federal de Comercio valoró la falta en 22,5 millones de dólares.
¿Cómo cometieron el (repite conmigo) DE-LI-TO? Pues programando las cookies para que se saltaran las restricciones de seguridad del navegador de la brújula. Así, sin disimularlo siquiera. Como bien sabes, si las galletitas no expiran pueden acabar por suponer un problema de seguridad para el usuario, cuyos hábitos pueden registrarse durante mucho tiempo.
Un buen litigio
Dicho esto, retomamos la narración para añadir que Google debe pagar 17 milloncitos de dólares adicionales, hasta llegar a los 39,5 mencionados. Estos 17 kilos van en concepto de un acuerdo extrajudicial derivado del mismo litigio. En este caso relacionado con una demanda interpuesta por 37 estados estadounidenses. Dicen que vale más un mal acuerdo que un buen pleito, pero en esta ocasión el acuerdo ha sido de lo más rentable para el buscador.
No nos íbamos a librar
Ya en casa, sigue la polémica suscitada por el cochecito de Google que, como KITT, el Coche Fantástico, pero en espía, se ha liado a grabar identidades, datos en incluso fragmentos de conversación vía SMS.
En el diario “El Mundo” se transcriben estos mensajes de texto captados por el coche del servicio “Street View”: “2 años”, “m levo de puta amdre” y “vale avsiame” [sic]. A mí también me molestaría que mis esemeeses pudiera verlos todo el planeta, sobre todo si escribiera así.
¿De verdad tenemos que creérnoslo?
Por su parte, los californianos se han disculpado (¡Qué majos!) ante las víctimas del error humano (no le habían hecho llegar a la Agencia Española de Protección de Datos unos discos con 277 megas de datos sensibles captados entre 2009 y 2010).
Desde Google afirman que: “Trabajamos duro para garantizar derecho a la privacidad en Google pero en este caso no lo hicimos, por lo que rápidamente ajustamos nuestros sistemas para tratar el tema”, afirma la compañía en un comunicado. “Los responsables del proyecto no queríamos estos datos y no los hemos usado, ni siquiera los hemos mirado. Cooperamos plenamente con la AEPD en su investigación”.
Las pesquisas del inspector Gadget
Claro que, y he aquí el más gracioso de los chistes: Google va a tener que responder ante la justicia española, la misma ante la que no lo hacen chorizos de la más baja de las cataduras.
O sea, que señores que se apropian de millones de euros -incluso los de Mountain View notarían el sablazo- se van de rositas; asesinos confesos y no arrepentidos, condenados a siglos de cárcel, se van de clavelitos… y la justicia española va a encausar a Google… Yo, en su lugar, me estaría partiendo el doodle.
Esto que Google ha definido como “gran error” –y añadido que los datos no se usarán- se está investigando, al menos, en España, Alemania y Estados Unidos. De hecho, la Comisión Federal de Comunicaciones estadounidense asegura que de error ha tenido más bien poco, que la empresa investigada era consciente de que estaba recopilando datos, contraseñas y emails de usuarios de diferentes servicios.
Entretanto, y para cuando el robot al servicio de su majestad –la pasta- lea estas humildes líneas, ahí va esto <¡PRRRRRTTZZZZZ!> (“pedorreta” sacando la lengua)… ¡Y que se coman sus cookies!