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¿Por qué leemos el horóscopo?

Cualquiera sea su signo y su ascendente, hay algo que está más que claro: el horóscopo es y seguirá siendo un servicio buscado. Ahora bien, ¿por qué leemos el horóscopo propio e incluso alguno ajeno? Y, sobre todo, ¿por qué lo leemos si la mayoría decimos que no creemos en él?
De origen antiguo, el horóscopo se mantiene en vigencia, gracias a los diarios, revistas, Internet y los libros. Los horóscopos interesan a personas de todas las edades y de todos los sectores sociales, desde el estudioso hasta el curioso que conoce de compatibilidades y ascendentes, y el que lee su predicción diaria para olvidarla al instante.
En efecto, las predicciones astrológicas han conseguido perdurar en el tiempo debido a que buscan respuestas a los interrogantes existenciales del hombre, a saber: quién soy y qué me va a suceder. Por otra parte, los horóscopos realizan afirmaciones verdaderamente ambiguas pero con cierta certeza como para dar una respuesta a todos los que los leen. Al tiempo que crean identidades que, de algún modo, nos clasifican, a través de los signos zodiacales.
Las predicciones nos comunican algo a grandes rasgos, pero con algunas certezas, como por ejemplo las características de los signos. Si bien la mayoría de la gente posee una creencia relativa en el horóscopo, su popularidad reside en que nos acerca discursos de identidad realmente atractivos, conformando un mundo de clasificaciones y tipos de personalidad.

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